Tema Equidad
Ha habido progresos a nivel mundial con respecto a la paridad de género en la educación, pero siguen existiendo grandes brechas entre las personas de zonas rurales y urbanas, y entre los ricos y los pobres.
Meta para 2030
Índice de paridad de riqueza de 1.0 para la finalización del segundo ciclo de secundaria
El deseo de no dejar a nadie atrás atañe a todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y se menciona explícitamente en la quinta meta del objetivo de educación, el ODS 4. Se trata de asegurar que los responsables políticos den prioridad a ayudar primero a los más rezagados.
Para poder verificar que se estén cerrando las brechas educativas, necesitamos datos desglosados por ingresos, género, edad, raza, origen étnico, situación migratoria, discapacidad, ubicación geográfica y otras características pertinentes para los contextos nacionales, que provienen de encuestas de hogares.
Desde 2010, la Base de Datos sobre la Desigualdad Mundial en la Educación Base de Datos sobre la Desigualdad Mundial en la Educación utiliza encuestas de hogares para mostrar cuán amplias son las brechas educativas en los distintos países. En este artículo se resumen algunos de los hechos y tendencias clave de la desigualdad en la educación, mientras que ciertos aspectos adicionales se abordan en el artículo sobre financiación.
Género
En el gráfico a continuación se abordan las disparidades en materia de educación entre diversos grupos, como las niñas y los niños, o los más pobres y los más ricos, para cuyo cálculo se emplea un parity index .
Aunque se celebre con poca frecuencia, la gender parity ha mejorado de forma continua en la última generación. Las niñas y las mujeres jóvenes de muchas partes del mundo, por lo general las más ricas, superan en número a los niños y los hombres jóvenes en las escuelas y universidades.
Toda línea que pase por debajo de la zona sombreada en gris muestra que la cantidad de niños u hombres jóvenes matriculados es superior a la de las niñas.
En África Subsahariana, en la educación terciaria todavía hay menos de cuatro mujeres jóvenes por cada cinco hombres jóvenes.
En el plano mundial, son grandes los avances conseguidos desde el año 2000. Sin embargo, si se desciende al nivel nacional se descubren brechas persistentes; así pues, solo dos de cada tres países han logrado la paridad de género con respecto a la matriculación en la educación primaria, menos de uno de cada dos en el primer ciclo de la educación secundaria, y uno de cada cinco en el segundo ciclo de la educación secundaria.
La proporción de países con una gran disparidad en detrimento de las niñas se ha reducido al menos a la mitad desde 2000 en la educación primaria a terciaria, pero sigue siendo del 3% en la educación primaria, el 6% en el primer ciclo de la educación secundaria, y el 12% en el segundo ciclo de la educación secundaria.
No debemos olvidar a los chicos cuando hablamos de igualdad de género. Si bien es menos común que los países tengan una gran disparidad en detrimento de los chicos en la educación primaria, las desigualdades son mucho más comunes en el segundo ciclo de secundaria y los niveles superiores.
En este gráfico, cuanto mayor y más oscura es la parte azul de la barra, son más los países con más niños que niñas sin escolarizar. Cuanto mayor y más oscura es la parte verde de la barra, son más los países con más niñas que niños sin escolarizar.
Riqueza
En general, las disparidades en materia de educación entre niñas y niños no son tan grandes como entre las zonas rurales y urbanas, y entre los ricos y pobres, según revelan las encuestas de hogares.
En el Bangladés, por ejemplo, mientras que el 92% de los más ricos termina la educación primaria, entre los más pobres el porcentaje es solo del 70%. En Nigeria, el 94% de los más ricos recibe educación del primer ciclo de secundaria, pero este es el caso únicamente para el 27% de los más pobres.
Los puntos rojos muestran qué porcentaje de niños o jóvenes más pobres van a la escuela, en comparación con los más ricos, que se muestran en azul. Puede cambiar el nivel de educación de primaria a primer ciclo de secundaria y niveles superiores en la parte superior del gráfico.
En la educación terciaria, las brechas son mayores en los países de ingresos medianos. En Serbia, por ejemplo, el 77% de los más ricos, pero menos del 28% de los más pobres, cursó alguna modalidad de estudios postsecundarios.
En Colombia, los porcentajes respectivos eran del 64% y el 7%.
Es aún más revelador observar la forma en que cambian las brechas a medida que los niños prosiguen sus estudios.
El examen a continuación de las brechas de gender gaps en Benín demuestra hasta qué punto las niñas abandonan la escuela cuanto mayor es el nivel de educación.
Por otra parte, seleccionar la riqueza pone de manifiesto cómo se acumulan las brechas a lo largo de la trayectoria educativa en detrimento de los más pobres, ya que muy pocos de este grupo prosiguen después del segundo ciclo de secundaria.
Rara vez un niño pertenece a una sola categoría, lo que significa que es crucial considerar también la forma en que las características individuales, como el sexo, interactúan con otras, como la riqueza, tal como se hace en la siguiente figura.
En África Subsahariana, las brechas entre los más pobres y los más ricos se ensanchan a lo largo de la trayectoria educativa, ya que por cada 100 de sus pares masculinos, menos de 35 de las niñas más pobres, frente a casi 100 de las más ricas, reciben educación terciaria.
En Asia oriental y sudoriental, en cambio, los puntos suben y se alejan de la línea gris porque las brechas entre los géneros van en detrimento de los niños más pobres. En el nivel de educación terciaria, las niñas más ricas solo tienen alrededor de un 35% más de probabilidades de cursar estudios que sus compañeros varones, pero las niñas más pobres tienen una probabilidad 50% mayor.
Conclusión
Existen niveles inaceptables de desigualdad en la educación entre países y entre grupos dentro de un mismo país. Es indispensable contar con datos desglosados de alta calidad para formular estrategias apropiadas que permitan reducir estas desigualdades y, en última instancia, no dejar a nadie atrás en nuestro empeño por alcanzar el ODS 4.